domingo, 25 de octubre de 2015

El aprendizaje del color

   Hola de nuevo estimados lectores, quizás amigos,

   Tras frutos de años de una investigación personal , destilados de sufrimiento y pasión por la línea, el color y la textura....Bufff  ¡otro pretencioso que se las da de poeta! dices en voz alta mientras cierras un libro sobre color recién comprado. Se ha llevado mi dinero y ¡quiere hacerme perder mi tiempo!. Si piensas así, te voy a dar una mala noticia. Tienes toda la razón. Lo mejor que puedes hacer es simplemente cerrar el libro y no usarlo para aprendizaje sobre color.

   En la antiguedad un pintor era un pintor, de aguadas, de oleo, de murales, y de lo que hubiese que pintar. Antes de tener contacto con el oleo, el aprendiz, trabajaba con las aguadas sin el blanco y sin el negro, principalmente porque el aprendiz quería aprender, y eso solo se puede  hacer si pones unos límites.

 ¿Cual era el camino para aprender?. Pués muy fácil. Dado que no tienes negro, ni blanco, ni grises (si amigos, trabajar con grises en la aguada también era delito) lo primero que tenías que aprender era conseguir los negros y los grises con el resto de pigmentos. El blanco ya te lo daba el papel, pero aclarar es otra cosa y también tiene su arte.

   El aprendiz de pintor, ¿sin blanco ni negro?. Se seguía unos procesos. Inicialmente pintaban solo con blanco y negro. Se entrenaban con blancos y negros cálidos y fríos, con el objetivo de conseguir distinguir entre cálidos y fríos. Posteriormente  el aprendizaje del color se hacía con aguadas, y sin blanco ni negro. Como comprenderás cada vez que en un libro te enseñan a manejar el color con el blanco y el negro, saben que hacen publicaciones pensadas para dilentantes, aficionados que se conforman con poco, aunque dado el nivel de exigencia de los últimos cien años y nosecuantos "ismos", es posible que aprender a hacer las cosas bién sea algo "old-fashioned", pasado de moda.

   ¿Y con que pigmentos hacían el aprendizaje? te preguntarás.

   Con todos amigo mío, con todos. Es de esa manera como se hacía un mapa, mental o plasmado en papel en el que se establecían las fronteras entre el gris, un gris cálido y un grís frío producto de la mezcla de dos pigmentos complementarios. De paso aprendían el comportamiento de los distintos pigmentos y como consecuencia, en base a sus experiencias comenzaba el artista a coger fobia a ciertos pigmentos y a eliminarnos de la lista de invitados de la fiesta que se iba a celebrar en su cuadro.

   Entoces, el recorrido por la aguada no daría para mucho, ¿No?

   Hombre, teniendo en cuenta que para determinar lo que es la frontera hay que tener plenamente vistos los territorios vecinos,.... yo no sería tan optimista.

   A continuación, dado que al principio solo se trabaja con complementarios puros o casi puros, se trabaja con pigmentos vecinos al complementario y de esa manera se aprende a conocer y sobre todo a ver que ocurre en esos territorios tan productivos y próximos a la realidad. El camino es tan amplio que lleva toda la vida recorrerlo,

   ¿Y porque es tan importante pasar por esta fase?.

   Antiguamente el color era algo muy caro, de difícil obtención. Las obras de arte en las épocas de los gremios se pagaban por superficie, y la superficie que ocupaban los distintos colores. Era importante que hubiese parquedad en el uso de los pigmentos, porque el artista era un profesional y comía de ello.

   Otra razón y más importante es artística. Una obra tiene más calidad cuanta más economía de medios emplees. Se le presupone más calidad a una obra que consigue representar lo mismo con menos despliegue de medios.

   En el siguiente capítulo veremos como establecemos una frontera pura con dos pigmentos complementarios. Obtendremos el gris producto de su mezcla y haremos un estudio serio de las propiedades del color que nos permitan tener asentados conceptos desde un principio.

   Si teneis prisa en hacer vuestras propias investigaciones de color, os propongo que os deis una vuelta por Handprint

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