No hemos sido invitados a Bretton Woods. Pero sí a las consecuencias de lo que sucedió después. Hace muchos años que ya no tenemos poder para obligar a otros estados a respaldar con oro la emisión de su moneda. Es más, ni siquiera podemos obligar a nuestro estado a que haga lo mismo. Por no poder, no podemos prohibir la aparicion de monedas virtuales fiduciarias. En este tipo de circunstancias podría parecer inútil el comentario que aquí realizo, y si tengo que ser sincero, a mí también me podría parecerlo.
El sistema económico produce ¨moneda fiduciaria¨ constantemente. Cada vez que se extiende un cheque se está generando moneda, pero en el momento en que se paga, e incluso en el momento que el tenedor del mismo reconoce que no se va a poder cobrar, esa moneda desaparece. Cheques, talones, letras, bonos,….. son sistemas de creación de moneda por un tiempo. Al final del proceso esa moneda es destruída y por lo tanto se trata de un problema menor. Realmente no es un problema, ni siquiera se considera moneda
Por otra parte, los emisores de cheques, talones, y otras formas de moneda virtual pueden ser sujetos por normas del estado. Por ejemplo en lugares como U.S.A. lo normal es que las empresas se financien emitiendo valores, bien sean acciones, letras bonos,… recurriendo menos al mercado bancario. Teniendo en cuenta que tienen que convencer a los que les coloquen su moneda recién creada para conseguir el objetivo de que la moneda de uso corriente, acabe en sus bolsillos para poder financiar sus empresas. En Europa parece ser que no gusta que el ciudadano genere moneda fiduciaria temporal al estilo americano prefiriendo obligar a que consigan los empresarios dinero de teórica más calidad como pueda ser el que le suministren las entidades de crédito. Según el estado y el político de turno se podrían dar situaciones de mayor o menor control de ese dinero. Aprovecho el momento para sugerir a los lectores que propongan ideas sobre como conseguir en un marco legal como el español que las empresas encuentren mecanismos indirectos y legales para financiarse a la americana.
Vamos ahora con el dinero fiduciario de verdad. El que emiten los bancos centrales y el emitido por una entidad virtual.
Para U.S.A. emitir dinero fiduciario es una bendición. Liberarse de tener que guardar oro para responder por la moneda emitida ya de por sí es un lujo. Que sigan confiando en tu moneda una auténtica bendición. Además un mundo que realiza operaciones en $ le permite emitir moneda desde el banco central de forma que los que soportan la devaluación y los que le financian son los usuarios de la moneda americana. No tenemos poder como para obligar a que nos den oro a cambio de nuestros bienes o servicios. Como mucho podemos decidir si comerciar con ellos o no, y dado el sistema de mercado que tenemos, ni eso.
Para los Estados Unidos, el único peligro, la única amenaza es que países se salgan de la órbita del dolar. El motivo está claro. A más países con reserva en dólares, y que comercian en su moneda, mayor capacidad de endeudamiento. Cada país que se va, le implica un problema. De todas formas el problema es menor porque lo soportan todos los tenedores de $. Los depósitos de divisas que todos los países que aceptan el patrón dolar y por lo tanto guardan reservas de esa moneda como si oro fuese, pasan a costear la pérdida de miembros.
Por últijmo en caso de crisis pueden lanzarse a gastar dándole instrucciones a su banco central para que produzca billetes. Somos los que tenemos $ en nuestros bancos centrales los que le pagamos el caprichito del incremento del gasto público para relanzar su economía. En resumen, el sistema de un mundo aceptando el patrón dollar es una especie de impuesto que los americanos impusieron al mundo cuando se llegó a ese acuerdo en Bretton Woods. Los otros países obtuvieron como beneficio que como podían hacer lo mismo, no tenían que preocuparse de ser serios haciendo las cuentas. Si no hay oro para pagar, se le da a la manivela igual.
Si tomamos a otro país o a otra asociación de países como la Unión Europea, nos encontramos que tener una moneda fiduciaria nos permite ser poco serios a la hora de llevar las cuentas. En cuanto un país miembro de la Unión Europea tiene problemas económicos (eufemismo que se utiliza para decir que las élites económicas y políticas de ese país viven a lo grande y les cueste dejar ese tren de vida por un estilo más austero y productivo) presiona al banco central para que sea más flexible (es decir, quieren que los países que tienen las cuentas en orden, empeoren sus perspectivas) para que sus élites puedan seguir viviendo como señores un tiempo más y que los desórdenes sociales consecuencia de la mala gestión puedan dirigirlas contra el enemigo exterior en vez de asumir sus responsabilidades en caso de que se nieguen. A corto y medio plazo un país vive mejor siendo poco serio en el gasto al igual que un hijo derrochador vive mejor que el austero hasta que no quedan amigos a quién pegar sablazos y los intereses son mayores que los ingresos.
Me ha tocado vivir en el Reino Unido en los peores momentos de la crisis. La libra estaba fuera de las turbulencias económicas. No faltaban voces que incitasen al gobierno a gastar más y a que se prestase más dinero. Realmente estaban inundados de dinero de todo el mundo, justo el que faltaba en europa y USA, pero ese dinero no llegaba a las empresas. La opinión de los gobernantes y de la autoridad monetaria es que si se cambiaba de rumbo simplemente el dinero se iría y por lo tanto las empresas tendrían los mismos problemas, y a mayores tendrían problemas los bancos y el propio estado. Un comportamiento más serio, menos derrochón de una moneda fiduciaria la hace más confiable y por lo tanto es una garantía en tiempos de depresión económica. No me cabe duda alguna de que un país con abundantes reservas de metales preciosos y una emisión de moneda responsable vería en situaciones como las actuales una oportunidad de oro para recibir todo tipo de inversiones y crecer sin complicaciones.
La moneda fiduciaria virtual, si se me permite, el Bitcoin y aún estando en contra de la opinión de muchos correligionarios liberales que la ven como una oportunidad, me genera una serie de inquietudes. No me las generaría si yo fuese la entidad emisora de la misma dado que sería con toda probabilidad multimillonario, aunque seguramente sí estarían intranquilos los que tuviesen la moneda en su bolsillo ante la duda razonable que que no tuviese dinero para responder por ella.
Quién emite una moneda, un talón, un cheque, una letra, responde por ella y la única base de la modeda fiduciaria es la confianza. Toda entidad emisora consigue un beneficio al emitirla. Emites la moneda y en contraprestación obtienes un bién, unos recursos u otra moneda establecida en la que la gente confía. Te endeudas. Una vez colocada una masa monetaria importante, si los emisores desaparecen doy por supuesto que los que han confiado en esa moneda no reclamarán a las autoridades de sus respectivos países para que con los impuestos de sus compatriotas les paguen el desfalco. También doy por sentado que las personas e instituciones que apoyan la moneda moralmente ante una hipotética caída del castillo de naipes serán consecuentes con las opiniones que en este momento manifiestan, y no descargarán sus culpas sobre terceras personas. Quizás incluso comprarán invertirán en Bitcoin en momentos de desconfianza con su propio dinero.
Sarcasmos aparte, mi consejo ante Bitcoin es de prudencia. Si no se conoce bién al emisor, si no se está obligado a comerciar con ella, y si lo que sobra en este mundo es moneda sin respaldo real emitida por entidades de dudosa solvencia, otra entidad de solvencia todavía menor y sobre todo desconocida no creo que pueda aportar nada para dar seriedad, rigor, fortaleza a un sistema económico muy necesitado de ella. Las entidades que la apoyen y las personas que emiten juicios de valor positivos ante este fenómeno, quizás deberían reflexionar en el impacto que podría causar sobre su imagen pública expresando confianza en los medios de comunicación en algo que no está demostrado todavía ser serio. Un prudente silencio en los apoyos, y en las críticas posiblemente sería lo mejor ante un negocio que no nos va a dar nada apoyar y nos puede restar credibilidad y seriedad. Eso sí, me gustaría que los políticos o empresarios que usen Bitcoin en las transacciones de sus partidos, asociaciones o empresas, lo hagan público para que los ciudadanos nos hagamos una idea del sentido común que poseen.